Cultivas tus propias verduras. Crías gallinas en el jardín. Tal vez incluso hornees desde cero. Es un estilo de vida basado en la salud y la sostenibilidad. Pero informes recientes de los Países Bajos están poniendo en duda estos esfuerzos. Los huevos criados en casa—antes considerados un alimento básico saludable—ahora se han encontrado con altos niveles de PFAS, los llamados 'químicos eternos'.
De tu gallinero a tu grifo: el alcance generalizado de los PFAS
Los PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) son un grupo de químicos artificiales utilizados en productos cotidianos como chaquetas impermeables, envases de alimentos y utensilios de cocina antiadherentes. ¿El problema? Estas sustancias no se descomponen en la naturaleza. Permanecen en nuestro suelo, nuestra agua y, cada vez más, en nuestros alimentos.
Una investigación del RIVM (Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de los Países Bajos) mostró niveles elevados de PFAS en huevos criados en casa en más de la mitad de los sitios analizados. En algunas áreas, consumir incluso un solo huevo por semana podría hacer que los adultos superen el límite recomendado de ingesta de PFAS.
Pero no son solo los huevos. Los mismos estudios señalan la presencia de PFAS en el agua potable, aumentando la carga química total en nuestros cuerpos. Y aunque los niveles de PFAS en el agua del grifo suelen estar dentro de las directrices de seguridad oficiales, la exposición combinada del agua y los alimentos puede superar los límites establecidos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Además, una investigación independiente realizada por la Red de Acción contra los Plaguicidas en Europa (Pesticide Action Network Europe) ha identificado niveles alarmantemente altos de PFAS—específicamente ácido trifluoroacético (TFA)—en vinos europeos, particularmente en las cosechas producidas después de 2010. Esto resalta aún más la contaminación generalizada y creciente de los alimentos y bebidas.
El verdadero coste de la exposición a los PFAS
No se puede subestimar los posibles riesgos para la salud que plantean los PFAS. Estos químicos persisten en el cuerpo y están vinculados a una serie de problemas de salud graves:
- Cáncer – La exposición a PFAS se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer de riñón, testicular y posiblemente de mama.
- Efectos en la fertilidad y el desarrollo – Los PFAS pueden afectar la fertilidad y contribuir a bajo peso al nacer y retrasos en el desarrollo.
- Efectos en el sistema inmunológico – Estos químicos pueden debilitar las defensas del cuerpo contra infecciones y reducir la eficacia de las vacunas.
- Alteraciones de la tiroides y el hígado – Los PFAS pueden afectar los niveles hormonales y se han vinculado a problemas hepáticos en estudios con animales y humanos.
- Otras preocupaciones – Los estudios también han observado niveles más altos de colesterol, complicaciones de presión arterial durante el embarazo y cambios metabólicos relacionados con la exposición a PFAS.
Qué está haciendo Europa—y por qué aún no es suficiente
A medida que aumenta la preocupación pública, también lo hace la acción regulatoria. La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) está evaluando una restricción a nivel continental para reducir la exposición a los PFAS y eliminar usos innecesarios. Mientras tanto, los gobiernos locales, incluidos los Países Bajos, están emitiendo nuevas recomendaciones de seguridad. Por ejemplo, el RIVM ahora recomienda evitar el consumo de huevos de gallinas de aficionados en ciertas áreas.
A pesar de estos esfuerzos, los PFAS siguen siendo difíciles de eliminar del medio ambiente. Llevará tiempo—y mientras tanto, los hogares deben considerar qué pueden hacer ahora.
¿Y el agua que bebes cada día?
El RIVM sigue afirmando que el agua del grifo es segura para beber. Sin embargo, también reconoce que la exposición acumulada a los PFAS—especialmente a través de la dieta y el consumo prolongado de agua—puede representar un riesgo para la salud. Hervir el agua no elimina los PFAS. Y aunque el agua embotellada puede contener menos, no es una solución práctica ni sostenible a largo plazo.
Las concentraciones de PFAS suelen ser más altas en el agua procedente de ríos y lagos que en las aguas subterráneas, ya que el agua superficial está más expuesta a la escorrentía contaminada con PFAS de sitios industriales y productos de consumo. Incluso las aguas subterráneas, aunque generalmente más seguras, no son inmunes.
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Con los PFAS ocupando los titulares en toda Europa, tomar medidas para proteger tu agua potable nunca ha sido tan importante.
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